CABEZÓNPORGAZA y mis cuentos por la paz

Éxito total en la convocatoria del Festival. Mi enhorabuena al voluntariado solvente y entusiasta que ha dado respuesta a la organización de este evento tan importante. Me siento orgullosa de haber podido colaborar con semejante equipo desde mi modesto oficio de cuentacuentos.
En mi actividad hubo tantísima gente que no pude hacer una sesión íntima y pausada haciendo participar al público, como suele ser mi estilo. Empecé presentando el libro de "Cuentos palestinos de tradición oral" que me regalaron después de la conferencia de Teresa Aranguren en el ciclo de Cabuérniga Cultural del verano... pero como los encuentro tópicos, crueles y retrógrados, elegí de mi repertorio: "La casa del árbol" de Lois Lowy, del Gran Libro de la Paz en el que un elenco de  autores e ilustradores de renombre colaboraron allá por el año 91, a petición de Amnistia Internacional, de Justicia y Paz, de Greenpeace y otras Entidades.
Seguí con "Blancos y Negros" de David McKee, siempre a favor de la paz,  cuyos mensajes admiro, porque lejos de celebrar finales felices, plantea la necesidad de vigilia perpetua para que las situaciones conflictivas no se den nunca por superadas. 
Pasé a narrar "Pastel para enemigos" de Derek Munson, tan divertido por el ingrediente asquerosillo y escatológico que roba la risa a los peques y la sonrisa a los adultos y presenté "El hombrecillo de papel" de Fernando Alonso, no el deportista, el otro, mi ídolo burgalés que fue Premio Nacional de Literatura Infantil en el 79.... anda que no se han editado libros preciosos desde entonces! le estoy viendo en aquella tertulia de la librería Drac Màgic, con Amanda y su hermana de las tres trenzas.... intentaré buscarle en internet y enviarle esta crónica agradecida.
Con el monigote de papel de periódico en la mano aproveché para contar cuentos de guerra, tan sólidos y bonitos como "La guerra de las campanas" de Rodari y "La bomba y el General" de Umberto Eco y pasé a los otros monigotes, el blanco almidonado sin voz y el de diseño de flores  para contar "El pájaro de colores" de Max Bollinger, del gigante y el enano que se hacían la puñeta y  "Azul y Amarillo" de Isabel Cano con el que hice un guiño a Orallo nuestro pintor, que estaba entre el público y mostraba una mirada y escucha atenta y con quien tuve ocasión de recoger su opinión favorable al terminar....
Con tanto movimiento al fondo de la sala y tanta marea de niños a mis pies ni puse en marcha elementos que aumentaran las ganas de enredar,  no saqué las marionetas que se agreden, ni los monstruos hechos con  las hueveras de cartón, ni mi  colección de insultos que siempre elijo de la retahíla  del capitán Haddock  (en recuerdo de mi señora madre, que sabía usarlos como nadie, siempre acertaba con el epíteto adecuado: espantajo, moscardón, bicharraco, mequetrefe, papanatas o mameluco, todos en masculino, ahora que lo pienso...)

 



Y me quedaron sin abrir los libros sobre Derechos Humanos, y me olvidé de que a la niña Zoé, que estaba en primera fila porque llegó antes de tiempo le había prometido contarle "ZOÉ", pero no me lo recordó... narra con mucha sensibilidad la historia de una niña refugiada que antes de abandonar su población hace el último recorrido por sus sitios preferidos, la escuela, la casa de los abuelos, el parque, la iglesia, el polideportivo... y al marcar  el recorrido sobre un plano que va a llevarse en su maletita, descubre que los trazos del desplazamiento coinciden con la grafía de su nombre....                                                    

  Y ni siquiera di las gracias a José Antonio Gallego que me acompañó con la guitarra. Menos mal que hay confianza! Tristemente, parece que otra vez tendré que preparar la maleta con los cuentos pacifistas que contrasten con tantas noticias de guerra y destrucción. O sea que tendré ocasión de mejorar el cuentacuentos. Siempre aprendiendo. Que gozada de oficio! Al terminar tuve ocasión de compartir reflexiones con jóvenes titiriteros a los que les había impresionado que tratase a los Peques como mayores (no como a bebés) y a los mayores como a los niños inocentes y escuchadores capaces de meterse del todo en el argumento de la historia... puede que esta sea una de las claves del éxito  en la comunicación con un público de edades tan diversas.






 



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